Es un hecho innegable: Las cadenas de suministro son espacios complejos. Aquellos que nos dedicamos al mundo de la logística lo confirmamos a diario, por ello es importante cuestionarnos las causas de esta complejidad logística. ¿A qué se debe? ¿Cómo podemos afrontarla?
Índice:
La empresa SimaFore, que se dedica al análisis de datos, definió la Complejidad Logística con las siguientes palabras: “La complejidad es la capacidad de un sistema para que sucedan sorpresas”. Según SimaFore, los dos componentes esenciales de la Complejidad Logística son la Incertidumbre (el no saber las variaciones que pueden ocurrir en procesos) y las Estructuras (todos los entramados que componen la cadena de suministro y que se caracterizan por ser tan complejos e interrelacionarse).
Otros cuatro motivos por los que las cadenas de suministro son tan complicadas:
Las Cadenas de Suministro se gestionan con grandes números: “el número de proveedores, las partes, los niveles de inventario disponibles, los puestos en la línea de ensamblaje, las órdenes recibidas, las órdenes completadas, los ratios de utilización de las máquinas, etcétera”.
Los distintos componentes clave varían, tanto en su naturaleza (tipos de proveedores) como en su localización, su tamaño, su tipología… Así como la variedad en la forma en la que entran los pedidos o entre los diferentes procesos.
Lo que ocurre en un eslabón de la cadena de suministro afecta inevitablemente al conjunto. Algunas veces podremos detectar de forma sencilla esa relación entre eventos, pero a veces puede no ser tan sencillo, ya que las relaciones no resultan tan evidentes, o pueden no ser interrelaciones lineales, sino complejas. Un ejemplo de esto tiene lugar normalmente en los niveles de servicio.
Este “dinamismo” hace referencia a lo que fuera del mundo de la logística conoceríamos como “efecto mariposa”: Esos pequeños cambios apenas notorio que pueden acabar causando consecuencias enormes. Es un factor decisivo y presente en todas las cadenas de suministro.
La Universidad de Michigan, junto con la asociación dedicada al estudio sobre logística y cadena de suministro (APICS), también han realizado un estudio sobre el tema de la complejidad. Según ellos, la Complejidad Logística se basa en estos tres factores:
El producto o servicio ideal es aquel que satisface por igual a todos los clientes. Lamentablemente, es muy complicado conseguirlo, ya que para fidelizar a un cliente debemos personalizar nuestra atención. La capacidad de adaptarse a cada cliente no es tarea fácil, además, los costes finales pueden verse perjudicados (crecen las necesidades de inventario y personalización, crece la necesidad de abastecerse de materiales, de canales de venta, etcétera).
Globalizarse implica necesitar productos para distintos públicos, culturas y países. La globalización afecta, por ello, a toda la cadena de suministro, incluyendo proveedores, centros de distribución, almacenes, tiempos, incertidumbre…
La evolución ininterrumpida del sector genera impedimentos a la hora de aceptar de manera adecuada y eficiente todos los avances tecnológicos posibles. Las nuevas tendencias se han transformado en posibles puntos de complejidad logística. A su vez, la presión autoimpuesta desde dentro de la propia empresa para incorporar nuevos factores o procesos tecnológicos es la que añade más capas de complejidad.
No es necesario que nuestra empresa sea una gran multinacional para que nuestra logística sea compleja. En una empresa de menor tamaño es posible que nos encontremos con portafolios de artículos cada vez más dilatados, clientes que piden que sus productos se entreguen de formas, tiempos y lugares muy diferentes, otros que tienen la necesidad de conocer la trazabilidad completa de nuestros envíos y/o de las materias primas que necesitamos, entre muchos factores y variables casi infinitas mediante muchos departamentos, organizaciones y trabajadores.
Por ello, la pregunta que debemos realizarnos no es si nuestra logística es complicada, es si nuestra logística es más compleja de lo que debería o de lo que podemos permitirnos, ya que una mala gestión reduce nuestra eficiencia.
Es por ello por lo que, para evitar esta ineficiencia y gestionar correctamente la complejidad logística de tu empresa, necesitas saber en qué debes fijarte. Necesitas poder identificar al momento cuándo tu complejidad está aportando valor y cuándo lo único que está haciendo es entorpecer los procesos de tu empresa, sin implicar una ventaja real, ni para ti ni para tu cliente.
Según la Ley de Pareto, en una empresa ficticia con un producto cualquiera, se determina que el 80% de las ventas y de los beneficios procederán exclusivamente del 20% del total de los productos y servicios y, por ello, el 80% restante del portafolio de productos apenas logrará generar el 20% restante de los ingresos. Esta relación 80-20 también se traslada al ámbito de los clientes: el 20% de los clientes generarán el 80% de la facturación.
Entender estas cifras hace que nos ganamos todos las mismas preguntas: ¿Debemos reducir número de productos o servicios para quedarnos solo con los más exitosos? ¿Debemos prescindir de nuestros clientes más pequeños?
La respuesta no es tan sencilla. Aunque constituyan una menor proporción, las ventas pequeñas y los clientes pequeños siguen siendo ventas y clientes. ¿Cómo saber si realmente atenderles no nos resulta rentable?
Hay que pensar en la posibilidad de que un cliente que utiliza uno de los servicios menos demandados, de esos que corresponden al 20%, se vea interesado a posteriori en otros productos que ofrecemos. Este 20% nos estaría haciendo de puerta de entrada para que esos clientes usen el resto de los servicios de nuestro portafolio, por ello, aunque estos productos y/o servicios nos hagan más compleja nuestra logística, pueden estar siendo rentable de forma indirecta.
Un punto a favor del avance tecnológico es que la nueva economía digital nos da herramientas para saltarnos el 80-20 de la Ley de Pareto. Originalmente, el hecho de tener que abastecer de productos poco solicitados las tiendas físicas tenía un coste muy alto. Sin embargo, gracias al desarrollo del comercio electrónico y los canales de compra digitales, el stock que antes se esparcía entre muchos lugares diferentes y entre demasiadas unidades ahora se mantiene en menos almacenes (incluso, si nos lo podemos permitir, en un único almacén centralizado), con un número de unidades más cercano a la demanda real y que nos posibilita el abastecimiento a todavía más clientes que antes.
Como hemos estado viendo hasta ahora, el aumento en la complejidad de la logística implica una alteración inmediata en los costes y en la cuenta de resultados. Todas las decisiones que tomemos (mayor nivel de personalización, nueva forma de llegar al mercado, desplazamiento de un proveedor...) van a afectar al equilibrio costes-complejidad de nuestra empresa.
Por ello es indispensable ser capaces de valorar meticulosamente nuestra cadena de suministro, de una forma periódica. Martin Christopher, renombrado autor de diversos libros sobre logística, propone seguir los siguientes pasos para medir correctamente la complejidad logística de nuestra empresa:
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