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Se estima que a partir del año que viene las pruebas que deberá superar un vehículo para pasar la ITV serán mucho más duras, centrándose sobre todo en la supervisión de las emisiones contaminantes y en los sistemas de seguridad que son controlados electrónicamente.
A día de hoy, para que un vehículo sea apto para circular por nuestras carreteras, debe superar una serie de pruebas de contaminación que han demostrado ser demasiado laxas, ya que la mayoría de veces no se tiene en cuenta la calidad de las emisiones, sólo el porcentaje de óxido de carbono y el índice lambda en los vehículos con motor de gasolina y la opacidad de los gases de escape en los diésel. Esto cambiará con la llegada de la nueva normativa, la cual se centra en un nuevo protocolo de mediciónn de los NOx (Óxidos de nitrógeno) emitidos, los cuales han demostrado ser muy dañinos para la salud y extremadamente contaminantes. También se comprobará que los sistemas anticontaminación tipo EGR y fitros de partículas no hayan sido manipulados, evitando así posibles fraudes.
Además, los componentes electrónicos responsables de temas de seguridad del automóvil (ABS o airbags) también serán supervisados exhaustivamente. Las inspecciones electrónicas marcarán un antes y un después en los controles de la ITV ya que los técnicos encargados de la supervisión deberán tener acceso a la centralita del vehículo con el fin de garantizar su buen funcionamiento.
La mayor preocupación que se tiene sobre la implementación de la nueva normativa es el más que probable aumento de las tasas de la ITV, lo cual repetcutirá en un incremento de precio de las inspecciones, afectando sobretodo a los usuarios.
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